top of page

Vestida con pantalones negros, zapatillas y una camiseta de manga corta, básica. Ni maquillada, ni arreglada, pasea durante 10 horas de un lado para otro por las calles de Manhattan  escuchando cosas como “¿Qué pasa preciosa?” “Dios te bendiga mami” o “Eh mira ahí” mientras la señala. Por si tener que escuchar algo del estilo cada paso que da fuera poco, un hombre se pone a andar al lado suya durante minutos y le dice cosas como “¿Quieres hablar?”, “¿Es porque soy feo?”, “¿Podemos ser amigos?”, “¿Si te doy mi número de teléfono me hablas?” encima de acosarte, incomodarte, ponerte nerviosa e incluso con miedo si la cosa continúa, quieren que les sonrías y seas la amabilidad personificada porque si no lo haces eres una borde amargada con necesidad de un buen polvo. Porque sí, porque necesitamos a un buen hombre que nos haga sentir pletóricas para ir como el logo de Risi por la vida.

 

Pero, por supuesto, no podemos generalizar (dios me libre): ni todos los hombres lo hacen, ni solo las mujeres lo padecen, y la prueba la hayamos en el siguiente vídeo, igual, pero el protagonista es un hombre paseando por las calles de New York.

 

 

 

 

Un día normal, paseando por la calle

Se tiende a pensar que a los hombres esto no les pasa, o que les gusta, pero les gusta tanto como a las mujeres, ¿o es que os pensáis que no se sienten incómodos cuando un completo desconocido le dice por la calle “¿A dónde vas?”, “Ven aquí”?.

 

El acoso verbal es acoso al fin y al cabo nos afecta a todos, no por igual, se demuestra en los vídeos y lo dicen las estadísticas, pero, por minoría que sean hay que saber que ahí están.

 

¿Qué opináis vosotros? ¿Os ocurren cosas de estas? ¿Os habéis sentido incómodo/a, incluso violentos/as por cosas de estas alguna vez?

© 2016 por "Marcando el límite". 

bottom of page