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Humillada

  • Ana
  • 15 ene 2016
  • 2 Min. de lectura

"Mi historia podría ser la de cualquier mujer, una historia que se da cada día y a la que muchas veces no le damos importancia o sencillamente, ignoramos. Hace un tiempo iba caminando junto a mi madre por la calle, a plena luz del día. Estábamos en un barrio muy concurrido, haciendo unas compras, cuando pasamos justo al lado de un grupo de hombres. Uno de ellos, que rondaba los 40-50 años, me observó de arriba a abajo y decidió gritarme a mí, para que lo escucharan todos los presentes, las barbaridades que se le pasaba por la cabeza. Los comentarios iban subiendo de tono mientras yo, avergonzada, intentaba aumentar la velocidad de mis pasos ante la mirada de decenas de desconocidos que observaban la escena. Mi impotencia y enfado dieron como resultado un acto reflejo, del que no me siento muy orgullosa, pero que no pude controlar en ese momento. Sin dudarlo 2 veces, levanté mi brazo haciéndole el conocido gesto de la "peseta" mientras seguía caminando por la calle. En ese momento, aquel hombre decidió seguir aumentando el volumen de sus gritos mientras lanzaba todo tipo de insultos. Por fin logramos salir de ese lugar mientras intentaba asimilar aquella situación y reponerme de esa humillación pública.


Estoy segura de que esta situación la han sufrido muchas mujeres y muy pocas han reaccionado como yo lo hice yo, muchas veces nos vemos obligadas a soportar la escena, pensando que es algo normal... Incluso muchos considerarían estos momentos como un alago hacia la mujer, pero no es así. Este tipo conductas se han ido normalizando y pocas veces somos conscientes de que estos actos no se deberían permitir, de que no son normales. Ninguna persona tiene derecho a humillar y avergonzar a otra".


#marcaelimite ¡Cuéntanos tu historia!


 
 
 

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