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La otra cara de la moneda

  • María
  • 17 ene 2016
  • 1 Min. de lectura

“Sí, por supuesto yo también he vivido experiencias desagradables en la calle por culpa de comentarios y acercamientos que no deseaba. Sin embargo, esta vez no os voy a contar ninguno de estos episodios que ya os podéis imaginar. Yo quiero aprovechar la oportunidad que tengo de reflexionar y escribir sobre el tema para hablar de la otra cara de la moneda, esa que parece no darse nunca: mujeres incomodando a hombres.


Una noche volvía a casa en autobús y dentro, entre luces tenues, todos estábamos tranquilos y muchos distraídos con los móviles. Nos detuvimos en una parada y un grupo de tres chicas se incorporó al autobús, sentándose detrás de un muchacho que parecía pensativo mirando por la ventanilla. Reanudamos la marcha y pronto las tres chicas, entre risitas, empezaron a incomodar al chico con preguntas: “¿tienes novia?”, “¿nos das tu número?”, “¿por qué eres tan tímido?”


El muchacho, ruborizado y cada vez más molesto, empezó por intentar esquivar las preguntas y en seguida, se dispuso a ignorarlas. Ante esto, el acoso fue mayor, llegando una de ellas a ocupar el asiento libre de su lado para seguir insistiendo. Por suerte, un par de paradas más adelante se bajaron.


Escribo esto ahora con rabia, porque ninguno de nosotros reaccionó, solo nos limitamos a observar con sorpresa la escena. Y posiblemente, ni siquiera el muchacho quiso darle mayor importancia y se guardó para sí mismo lo ocurrido. Yo personalmente, no pienso permitirme quedarme impasible ante algo así una vez más, ni quiero que nadie que lea esto, lo haga. No hay excusas, no hay estereotipos de género, para todos hay un límite y debemos marcarlo”.


 
 
 

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